"No voy a hablar en clase" y "no voy a dibujar en clase", es lo que Moño, artista multidisciplinar de Corralejo, recuerda haber pasado los recreos escribiendo en sexto de primaria. Y es que la majorera dibujaba muchísimo de pequeña, aunque en su adolescencia tuvo un parón para consumir arte y recargar pilas, según ella misma explica. Esta artista ha tenido que insistir mucho, ser constante y levantarse de diversas caídas para conseguir sus objetivos y llegar a vivir de su arte.
La ilustración, el cómic, el grafiti y los tatuajes son parte de su día a día hasta el punto en el que ha conseguido vivir de ellos tras abrir su propio estudio, Moño Art & Tattoo Studio, en su ciudad de origen. Respecto a su carácter multidisciplinar, admite que le cuesta mucho encasillarse en una sola cosa. "Soy igualmente grafitera, que soy tatuadora, que soy dibujante y hago cómic".
En Moño Art & Tattoo Studio imparte clases de dibujo, pintura y manualidades para menores y adultos, hace tatuajes y aplica gemas dentales. También vende láminas, prendas de ropa, libretas y otros artículos diseñados por ella misma.
Encontrar un estilo propio para brillar
Desde que tenía entre 10 y 12 años, ya tenía claro que estudiaría Bellas Artes, antes de ni siquiera saber casi de qué se trataba. En su época como estudiante universitaria en Barcelona, se dio cuenta de que lo más importante para estar satisfecha con el paso de los años y ser reconocida, era tener un estilo definido. En este sentido, considera que va bien encaminada, aunque a día de hoy sigue evolucionando y haciendo algunos cambios. Si tuviera que definirse de alguna manera, Moño se presenta como "mamarracha visual" o "artista cutegore".
La llegada del grafiti y el tatuaje
Viniendo de una isla como Fuerteventura, es habitual sentirse sola en la gran ciudad, fue lo que le pasó a Moño durante su estancia en la capital catalana. Por ello, para entrar en una comunidad y empezar a tener amigos, se adentró en una versión más urbana del arte y empezó a hacer grafiti. Fue ahí cuando sintió por primera vez la frustración ya que, de ser una dibujante que no usaba la goma y poco autocrítica, pasó a verse en la necesidad de mejorar su técnica en esta nueva faceta. "Me rayé muchísimo y dije: ´¿Cómo va a ser que esta gente haga esto y yo no puedo? Porque yo puedo hacer lo que yo me proponga´". Para mejorar, practicaba semanalmente y asegura que se gastaba el dinero en espráis y apenas le llegaba para comer. En un año ya pintaba en festivales y exposiciones. Lo mismo le pasó con el tatuaje, "todo el mundo en Bellas Artes empezó a tatuar y yo dije: ´Yo también. Yo no voy a ser menos´". Fue así como se compró su primera máquina de tatuaje.
Tras haber estudiado grado universitario, máster y diversos cursos formativos, para Moño no es estrictamente necesario estudiar para ser artista, en su opinión, "lo que hay que tener es ganas y ambición", "creer en ti y en tu trabajo". Sin embargo, valora los estudios artísticos como un añadido en cuanto a conocimientos históricos o de significación.
Reponerse tras la caída
El último golpe que ha recibido Moño fue el del intento fallido de publicación de su cómic Burrow, en el que trabaja desde la pandemia.
El proceso se desarrollaba a través de un crowdfunding que no salió y todo el dinero recaudado se devolvió a quienes lo habían donado, algo con lo que no contaba Moño. Después de esto, se vino abajo y estuvo 2 meses sin pensar en el cómic, intentando pensar en sí misma. Sin embargo, asegura que va a salir, “yo me niego a hacer 200 páginas y que se queden en mi iPad". Asimismo cuenta que ha recibido numerosos mensajes de apoyo de las personas que esperan por Burrow.
A pesar de todo, entiende que “el mundo editorial es un negocio y publicar un cómic de 200 páginas a color es muy caro". Pero tiene ganas de cerrar esta etapa y comenzar nuevos proyectos que le abran más al mercado, dejando un poco de lado el underground, ya que ha notado en ella un cambio de mentalidad que relaciona con un proceso de madurez.
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